Hoy, 2 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos.
“El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios”. Papa Francisco
Hoy miles de personas en todo el mundo visitan los cementerios para honrar la memoria de sus seres queridos y de todos aquellos que partieron al encuentro con Dios. En este día la Iglesia toda dedica la liturgia a animar a los fieles a orar por el eterno descanso de quienes han muerto, con la esperanza de que todos, en el día que no conoce final, nos podamos reunir en el amor infinito de Dios.
La conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, al día siguiente de la solemnidad de Todos los Santos, fue instituida por san Odilón en Cluny el año 998. Se difundió ampliamente durante el siglo XI; en Roma, por influjo de los monjes cluniacenses, sin embargo, se celebra solamente desde el siglo XIV. (Calendario Romano, 1969)
Tradición permanente en la Iglesia
Orar por los fieles difuntos es una tradición permanente en la Iglesia, lo mismo que celebrar la santa misa por ellos. Considerando que la muerte de un cristiano es en realidad su nacimiento al cielo, los primeros cristianos acostumbraron reunirse ante la tumba de sus hermanos difuntos en el día del aniversario de su muerte y celebraban la misa por ellos, sobre todo si habían dado testimonio de Cristo con su martirio. Gracias a esa tradición sabemos la fecha del martirio de muchos de nuestros santos.
Pero no sólo se oraba ante el sepulcro de los mártires, sino que también se oraba por los familiares que habían muerto. Santa Mónica, mamá de San Agustín, le pide a su hijo obispo que, al morir, se acuerde de ella junto al altar, dondequiera que estuviera. Ella murió en el 387.
Siguen siendo miembros de la Iglesia
Al celebrar a los fieles difuntos al día siguiente de la celebración de Todos los Santos la Iglesia nos quiere enseñar que tanto los que ya están en el cielo, santos todos ellos aunque no estén canonizados, como los que están en el purgatorio, siguen siendo miembros de la Iglesia. Entre nosotros hay una comunicación de dones que se llama “Comunión de los santos”. Seguimos unidos a Cristo por el Espíritu Santo, seguimos siendo hermanos, hijos de un mismo Padre.
Los amamos ayudándolos
Creemos los católicos en el purgatorio. El purgatorio es ya el cielo… pero todavía no. A la presencia de Dios sólo llega lo santo, lo limpio. Ante Él no debe haber ni la más mínima sombra del pecado. Por los méritos de Jesús se nos perdonan nuestros pecados. Los sacramentos del Bautismo, de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos son el signo ordinario del perdón generoso de Dios. De una forma extraordinaria, un acto de contrición bien hecho nos obtiene el perdón.