Como nos menciona el evangelio de San Lucas, «cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno” (Lc 2,21).
De esta manera, el santo nombre de Jesús fue dado por el cielo: por eso tiene gran poder. Santa Juana de Arco murió en la hoguera repitiendo el nombre de Jesús y el protomártir mexicano, San Felipe de Jesús, fue asesinado en Japón mientras repetía el santo nombre de Jesús.
El nombre de Jesús representa a la Persona divina del Verbo encarnado.
“Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre”
Flp 2,9-11.
El ángel le dejó claro a San José la razón de este nombre: “porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). La palabra «Jesús» en hebreo quiere decir “Dios salva” o Salvador. Entonces, pronunciar el nombre de Jesús con fe es tomarlo como divino salvador.
Es en el nombre de Jesús que los pecados son perdonados. “El Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados” (Mc 2,10). Él puede decirle al pecador: “tus pecados te son perdonados” (Mc 2,5).
Por eso, el nombre santo de Jesús tiene poder y debe ser invocado con respeto, veneración y fe. Jesucristo es el único nombre divino que trae la salvación y a partir de ahora puede ser invocado por todos, pues se unió a todos los hombres por la Encarnación.
El nombre de Jesús está en el corazón de la oración cristiana. Todas las oraciones litúrgicas se concluyen con la fórmula “Por Nuestro Señor Jesucristo…”.
Que podamos también hoy y siempre pronunciar con fe y devoción este dulce nombre y santo que tiene poder. Te invitamos a disfrutar del siguiente vídeo, para glorificar el nombre de Jesús.