En el pasado, Dios hablaba con los seres humanos de forma directa. Pero, ¿podemos hablar con Él hoy en día? ¿Qué nos dice la Biblia acerca de cómo hablar con Dios?
Sin duda, la sola la idea de hablar con Dios resulta intimidante, muchas personas se preguntan: ¿Cómo podría hablar yo con Dios?, ¿Si quiera me conoce?, ¿Qué le diría?, ¿Me escucharía?, ¿Querrá que lo moleste con mis asuntos?, etc.
¿Por qué pensamos esto? Como la Biblia revela, Dios sí quiere que hablemos y tengamos una relación personal con Él. ¿Cómo hacerlo?
La manera de comunicarnos con Dios es a través de la oración. Pero a lo largo de la historia la gente siempre se ha preguntado cuál es la manera correcta de orar. De hecho, aun los discípulos de Jesucristo le pidieron que les enseñase cómo hacerlo y, al responderles, Él les dio un modelo a seguir en Lucas 11:1-4 (más detallado en Mateo 6:5-13).
Muchos suponen que estos versículos —más conocidos como el “Padre Nuestro”— registran las palabras que deberíamos repetir cada vez que oramos. Sin embargo, un análisis más profundo revela que Cristo no estaba orando cuando las dijo; simplemente estaba dando un ejemplo de oración.
Hablar con Dios como con un amigo
Cuando platicamos con amigos o familiares, generalmente seguimos un orden. Primero los saludamos, y luego les preguntamos como se encuentra, sobre su salud u otras cosas, demostrando genuino interés por su bienestar. A medida que la conversación avanza, hay participación de ambos lados.
Esto es básicamente lo que Dios quiere cuando hablemos con Él —cuando oramos.
Pero seguir un orden no es igual a repetir exactamente lo mismo cada vez que hablamos con alguien, ¿o sí? Pues bien, Dios tampoco quiere que lo hagamos con Él. De hecho, Jesús mismo nos advierte acerca de no usar vanas repeticiones al hablar con el Padre (Mateo 6,7).
Pero, ¿no es común también hablar con nuestros amigos estando de pie. Claro, y podemos hacer lo mismo al hablar con Dios (Lucas 18,10-13). O si prefieres platicar con tus conocidos cómodamente sentado, puedes seguir el ejemplo del Rey David y sentarte para hablar con Dios también (2 Samuel 7,18).
Sin duda, habrá ciertas ocasiones en que necesitemos orar y buscar a Dios pero no podamos arrodillarnos. Cuando esto sucede, la postura no es lo importante. La actitud con que nos dirigimos a Dios es mucho más importante para Él. Sin embargo, cuando oramos en la tranquilidad de nuestros hogares y en el tiempo que hemos apartado específicamente para ello, lo más correcto es hacerlo de rodillas —una postura que demuestra humildad y respeto— si es que no tenemos impedimento.
Recuerda que para tener una comunicación más estrecha e intima con Dios, es necesario conocerlo primero, lo mismo sucede cuando conoces a un amigo, primero lo conoces y posteriormente cuando hay mayor confianza, las conversaciones se vuelven más enriquecedoras y fructíferas.
No importa que al principio te cueste orar o sea de una forma muy sencilla o forzada, Dios sabrá que estás en el proceso y que poco a poco tu oración o tu comunicación con Él, mejorará.
Dios nos escuchará sin importar cuán vacilantes o inseguros estemos al expresarle nuestras necesidades o las de otros. Debemos aprender a hablar con Dios de la manera que lo haríamos con un Padre amable y afectuoso, pues eso es justamente lo que es (Juan 16,23-27).
No olvides que, siempre que vayamos a orar, debemos buscar un lugar apartado y tranquilo. Jesucristo dijo a sus siervos que debían orar en una habitación con la puerta cerrada, para así poder comunicarse con Dios en privado.
Al fin y al cabo, no oramos para que otros nos vean (Mateo 6,6). Además, debemos asegurarnos de tener el silencio necesario, apagando todos los aparatos de sonido o los televisores que pueda haber alrededor. Evitar todo tipo de distracción.
Algunas personas apartan cierto momento del día para la oración, tal como lo hacían el rey David y el profeta Daniel, que encontraban tiempo para orar incluso tres veces al día (Salmos 55,17, Daniel 6,10). Deberíamos sentirnos muy agradecidos por el hecho de poder dirigirnos a Dios cada vez que lo necesitemos —¡no necesitamos ni siquiera hacer una cita!.
Todo lo que tenemos que hacer es empezar a hablar. ¿Será así de sencillo comunicarnos con Dios? Sí, en cierta forma lo es.
Es necesario escuchar a Dios
Todos hemos participado en una conversación donde la otra persona acapara toda la plática, ¿no es así? Pues bien, aunque Dios quiere escuchar lo que tenemos que decir, también quiere que lo escuchemos a Él.
En el Antiguo Testamento, Dios habló en persona con Adán, Noé y Moisés, por mencionar algunos, mientas otros recibieron sus mensajes a través de ángeles. Las palabras de todos estos profetas han sido preservadas para nosotros en la Biblia. Además, quienes estuvieron con Cristo durante su ministerio en la tierra, también registraron sus palabras en las Escrituras.
¿Cómo nos habla Dios en la actualidad?
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1,1-2). Dios nos habla a través de la Biblia, su palabra escrita, disponible para que la leamos y estudiemos.
Después de haber orado, busque las respuestas a sus preguntas en las Escrituras. Hablar con Dios es así de sencillo. Ya sea en el templo, frente al Santísimo, en tu habitación, o en comunidad, Dios nos quiere escuchar y nos da los medios para hacerlo. ¡Dios con nosotros!
Muy cierto, Dios no es nada de complicado está ahí siempre esperando con los brazos abiertos llenos de amor, platiquemos más con el que es el amor de los amores 🙏🙏🙏