Cada 23 de agosto se celebra la fiesta universal de Santa Rosa de Lima y en muchos países de América Latina se celebra el 30 de este mes.
Santa Rosa de Lima, cuyo nombre real es Isabel Flores de Oliva, nación el 20 de abril de 1586, en Lima, capital del entonces Virreinato del Perú. Fue la cuarta hija de los 13 hijos que tuvieron sus padres, y fue bautizada el 25 de mayo de 1586.
En el bautizo le pusieron el nombre de Isabel, pero luego la mamá al ver que al paso de los años su rostro se volvía sonrosado y hermoso como una rosa, empezó a llamarla con el nombre de Rosa. Y, el Sr. Arzobispo al darle la confirmación le puso definitivamente ese nombre, con el cual es conocida ahora en todo el mundo.
Desde pequeña fue una mujer piadosa; hizo votos de virginidad e ingresó a la Tercera Orden de Santo Domingo, a imitación de Santa Catalina de Siena. Con ayuda de uno de sus hermanos, construyó una ermita en un extremo del huerto de su casa. Sólo salía para acudir al templo de Nuestra Señora del Rosario donde participaba como catequista de indígenas y afroamericanos. También, se preocupaba por los enfermos.
En 1615, buques corsarios neerlandeses se disponían atacar la ciudad de Lima, y ante la amenaza, Santa Rosa reunió a un grupo de mujeres en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario para orar. Cuando llegó la noticia del desembarco, protegió con su cuerpo al Santísimo Sacramento, y misteriosamente, el capitán de la flota falleció y las naves emprendieron el regreso sin atacar.
Pasando los años, la gente debido a su comportamiento empezó a señalarla y a llamarla «la santa». Entonces, ella conocía que nada es tan peligroso como la vanidad y el orgullo y el deseo de aparecer, fue así que se fabricó una pequeña habitación en el solar de la casa donde vivía y allí se dedicó a practicar por largas horas del día y de la noche sus meditaciones, sus penitencias y sus muchas oraciones. Allí pasaría el resto de su vida y solamente saldría para ir a misa ó a socorrer a algún enfermo.
El demonio la atacaba de muy diversas maneras. Y las tentaciones impuras la hacían sufrir enormemente. Además le llegaban épocas de terribles sequedades espirituales en las cuales todo lo que fuera oración, meditación ó penitencias le producía horror y asco.
Las penitencias de Santa Rosa
Es difícil encontrar en América otro caso de mujer que haya hecho mayores penitencias. No las vamos a describir todas aquí porque muchas de ellas no son para imitar. Pero sí tenemos que decir que lo primero que se propuso mortificar fue su orgullo, su amor propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. Y en ella, como en todas las cenicientas del mundo se ha cumplido lo que dijo Jesús: «quien se humilla será enaltecido».
Una segunda penitencia de Rosa de lima fue la de los alimentos. Su ayuno era casi continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo mínimo necesario para no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores, no tomaba bebidas refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la atormentaba, le bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la cruz, para tener valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios.
Dormía sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que le empezaron a llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una almohada, miró al crucifijo y le pareció que Jesús le decía: «Mi cruz, era mucho más cruel que todo esto». Y desde ese día nunca más volvió a pensar en buscar un lecho más cómodo.
Distintas enfermedades la atacaron por mucho tiempo. Cuando algunas personas la criticaban por sus demasiadas penitencias, les respondía: «Si ustedes supieran lo hermosa que es un alma sin pecado, estarían dispuestos a sufrir cualquier martirio con tal de mantener el alma en gracia de Dios«. Y ella sí que los sufrió. En sus últimos meses exclamaba: «Nunca pensé que una persona tuviera que sufrir tanto, tanto como lo que yo estoy sufriendo. Pero Jesucristo me concede valor para soportarlo todo.»
Los últimos años vivía continuamente en un ambiente de oración mística, con la mente casi ya más en el cielo que en la tierra. Su oración y sus sacrificios y penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor en muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había ya una convicción general de que esta muchacha era una verdadera santa.
Anuncio de su muerte
Desde 1614, cada año al llegar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto, Santa Rosa demostraba una gran alegría, explicando el porqué de este comportamiento: «Es que en una fiesta de San Bartolomé iré para siempre a estar cerca de mi redentor Jesucristo». Y así sucedió. El 24 de agosto del año 1617, después de terrible y dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para siempre junto al amadísimo Salvador. Tenía 31 años.
Tras su muerte, fue beatificada el 15 de abril de 1688 por Clemente IX. En 1670, fue proclamada protectora de Perú, de la América hispana y Filipinas, y fue canonizada por Clemente X, el 12 de abril de 1671, quien reconoció en esta mística terciaria dominica un ejemplo de santidad y al ascender los altares confirmaba el éxito misionero en el Nuevo Mundo.
Rosa de Lima fue proclamada santa por la vía de la práctica de las virtudes teologales en grado heroico, a diferencia del mexicano San Felipe de Jesús, primer santo americano, quien fue canonizado a partir de su bien documentado martirio en Japón.
Gracias por compartir!!! El canto está padrísimo, es nuevo????
Gracias por compartir, no conocía esta historia!!! El canto me encantó, es nuevo????
Felicidades!!!!