¡Hoy es el día de una santa increíble! Una gran mujer, una gran consagrada, una gran esposa de Cristo. Cuando pensamos en la esposa de Cristo, Santa Teresa es la primera que a muchos se nos viene a la mente.
Ella nació en Ávila, España en el siglo VI. Una mujer de carácter fuerte pero de salud débil. Se internó con los Carmelitas donde vio que había muchas distracciones que hacían que las novias de Jesús (las monjitas), se apartaran del camino a la santidad.
Por eso quiso reformar la orden y con su fuerte carácter e infinita confianza en Jesús, comenzó a renovar a los Carmelitas junto a su amigo, el Padre San Juan de la Cruz, quien era también Carmelita y reformó la orden de los hombres. Llamaron a la nueva orden: Carmelitas descalzos, donde propuso más oración, más silencio, más recogimiento, más penitencia, más amor al prójimo.
Dos veces enfermó gravemente y esas enfermedades purificaron mucho su alma, a tal grado que comenzó a vivir algunas experiencias místicas que la llevaron a casarse con Jesús en lo que ella y otros santos llaman: «Matrimonio místico«. Escribió sus experiencias y sabiduría en varios libros que son un grandísimo tesoro para nosotros: “El camino de la perfección”, “Pensamientos sobre el amor de Dios” y “El castillo interior”. El Papa Pablo VI la proclamó Doctora de la Iglesia en 1970.
De ella tenemos muchas cosas que aprender, sobre todo de su carácter y entrega total a Dios. Por ello te compartimos 6 datos interesantes de esta gran santa que el Papa Francisco resaltó en ella a través de una carta dirigida al Prepósito General de la Orden de los Hermanos Descalzos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, en conmemoración de los 500 años de su nacimiento y que hoy recordamos.
1 Guía segura y modelo atrayente de entrega total a Dios
En su misiva, el Santo Padre recordaba la figura y el carisma de Santa Teresa de Ávila como “una mujer excepcional”, que “resplandece como guía segura y modelo atrayente de entrega total a Dios”. “¡Cuánto bien nos sigue haciendo a todos – señalaba el Pontífice – el testimonio de su consagración, nacido directamente del encuentro con Cristo, su experiencia de oración, como diálogo continuo con Dios, y su vivencia comunitaria, enraizada en la maternidad de la Iglesia!”
2 Santa Teresa es sobre todo maestra de oración
El Santo Padre también recordaba que, en la experiencia de la Santa de Ávila, fue central el descubrimiento de la humanidad de Cristo. Quien, movida por el deseo de compartir esa experiencia personal con los demás, escribe sobre ella de una forma vital y sencilla, al alcance de todos, pues consiste simplemente en “tratar de amistad con quien sabemos nos ama”. La oración de Teresa, escribía el Papa, no fue una oración reservada únicamente a un espacio o momento del día; surgía espontánea en las ocasiones más variadas. Ella, estaba convencida del valor de la oración continua, aunque no fuera siempre perfecta.
Por ello, la Santa nos pide que seamos perseverantes, fieles, incluso en medio de la sequedad, de las dificultades personales o de las necesidades apremiantes que nos reclaman.
3 Santa Teresa comunicadora incansable del Evangelio
Es a partir de su encuentro con Jesucristo, precisa el Santo Padre que, Santa Teresa vivió “otra vida”; se convirtió en una comunicadora incansable del Evangelio. “Deseosa de servir a la Iglesia, y a la vista de los graves problemas de su tiempo, no se limitó a ser una espectadora de la realidad que la rodeaba. Desde su condición de mujer y con sus limitaciones de salud, decidió –dice ella– ‘hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo’ (Camino 1,2)”.
4 Santa Teresa y la auténtica vida comunitaria
Asimismo, Santa Teresa sabía que ni la oración ni la misión se podían sostener sin una auténtica vida comunitaria. Por eso, recuerda el Papa Francisco, el cimiento que puso en sus monasterios fue la fraternidad. Y tuvo mucho interés en avisar a sus religiosas sobre el peligro de la autorreferencialidad en la vida fraterna, que consiste “todo o gran parte en perder cuidado de nosotros mismos y de nuestro regalo” y poner cuanto somos al servicio de los demás.
Para evitar este riesgo, la Santa de Ávila encarece a sus hermanas, sobre todo, la virtud de la humildad, que no es apocamiento exterior ni encogimiento interior del alma, sino conocer cada uno lo que puede y lo que Dios puede en él. Lo contrario es lo que ella llama la “negra honra”, fuente de chismes, de celos y de críticas, que dañan seriamente la relación con los otros.
5 Testimonio del amor fraterno y de la maternidad de la Iglesia
Finalmente, el Papa Francisco concluía su Carta recordando las nobles raíces de la tradición carmelitana y alentando los religiosos y religiosas a seguir dando testimonio del amor y del servicio a la Iglesia. “Con estas nobles raíces, las comunidades teresianas están llamadas a convertirse en casas de comunión, que den testimonio del amor fraterno y de la maternidad de la Iglesia, presentando al Señor las necesidades de nuestro mundo, desgarrado por las divisiones y las guerras”.