Velar sobre sí mismo
Tomado del libro: Imitación de Cristo, libro I, cap. 25
«Acuérdate de la misión que elegiste, y toma por modelo a Jesús Crucificado. Bien puedes avergonzarte mirando la vida de Jesucristo; porque, aunque hace muchos años que estás en el camino de Dios, aún no te atreves a conformarte más con Él.
El que se ejercita intensa y devotamente en la santísima vida y pasión del Señor (por ejemplo, mediante el rezo del Rosario), encuentra allí todo lo útil y necesario para sí mismo; y no habrá necesidad que busque fuera de Dios su felicidad.
El santo acepta todo lo que le mandan, y lo lleva muy bien. El tibio tiene un sufrimiento tras otro, y de todas partes padece angustia, porque carece de consolación interior, y sus angustias no le dejan buscar la consolación exterior. El que vive fuera de la obediencia, está cerca de caer gravemente. El que busca vivir en la vida fácil, siempre estará en angustias, porque siempre estará descontento por todo.
Fíjate en la vida de los santos: salen pocas veces, viven contemplando a Dios, comen con moderación, no visten ropa ostentosa, trabajan mucho, hablan poco, velan largo tiempo, madrugan muy temprano, tienen continuas horas de oración, leen a menudo, y guardan en todo mucha disciplina.
Acuérdate siempre del fin, y que el tiempo perdido jamás vuelve. Nunca alcanzarás las virtudes sin cuidado y esfuerzo. Si comienzas a ser tibio, comenzará a irte mal. Pero si eres una persona disciplinada, de oración diaria, por más problemas tengas, hallarás gran paz, y sentirás tus sufrimientos muy llevaderos por la gracia de Dios y por el amor de la virtud.
El hombre fervoroso y diligente, está dispuesto a todo por Dios y lo acepta todo. El que no evita los defectos pequeños, poco a poco cae en los grandes. Al final del día, te alegrarás siempre, si gastas bien tu día. No te descuides.
Recuerda escuchar el audio del vídeo siguiente y hacer las oraciones que te pide. Descarga tu manual de consagración en el siguiente link: Manual de Consagración