Renunciar al mundo
“Cierto hombre importante le preguntó a Jesús: Maestro bueno, ¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno, nadie más. Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falsos testimonios, honra a tu padre y a tu madre… Pero él contestó: Todo esto lo he cumplido ya desde joven.
Al oír esto, Jesús le dijo: Todavía te falta una cosa: ve y vende todo lo que tienes, reparte el dinero entre los pobres y tendrás un tesoro en el Cielo; después ven y sígueme. Ante tal respuesta, el hombre se puso triste, pues era muy rico. Al verlo, dijo Jesús: ¡Qué difícil es para los que tienen riquezas, entrar en el Reino de Dios! Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios.
Los presentes dijeron: ¿Quién podrá salvarse entonces? Jesús respondió: Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios. En ese momento Pedro dijo: Ya ves que nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido. Jesús respondió: Yo les aseguro que ninguno dejará casa, esposa, hermanos, padre, o hijos a causa del Reino de Dios sin que reciba mucho más en el tiempo presente y en el mundo venidero, la vida eterna” Lucas 18, 15-30
Tomado del libro Imitación de Cristo, libro III, cap. 10
«Señor, ¿Qué eres Tú para los que te aman? y ¿Qué para los que te sirven de todo corazón? Cuando yo no existía, me criaste, y cuando estaba lejos de Ti, me convertiste para que te sirviese, y me mandaste que te amase.
¿Qué diré de Ti? ¿Cómo podré olvidarme de Ti, que te dignaste de acordarte de mí, aun después que yo me perdí y perecí? Usaste tu misericordia conmigo sobre toda esperanza, y sobre todo merecimiento me diste tu gracia y amistad. ¿Qué te devolveré yo por esta gracia? Porque no se concede a todos que, dejadas todas las cosas, renuncien al mundo y escojan una vida a tu servicio. Sino que somos pocos los que tenemos ese honor.
¿Realmente será gran cosa que yo te sirva, cuando toda criatura está obligada a servirte? No me debe parecer mucho servirte, sino más bien me parece grande y maravilloso que Tú te dignaste de recibir por siervo a mí, tan pobre e indigno y unirme con tus amados siervos.
Tuyas son, pues, todas las cosas que tengo y con la cuales te sirvo. Pero, por el contrario, Tú me sirves más a mí que yo a Ti. El cielo y la tierra que Tú creaste para el servicio del hombre, hacen cada día todo lo que les has mandado; y esto es poco, pues aún has destinado a los ángeles para el servicio del hombre. Es más…Tú mismo te dignaste de servir al hombre, y te diste a Ti mismo.
¿Qué te daré yo por tantos millares de beneficios? ¡Si pudiese yo servirte todos los días de mi vida! ¡Si pudiese solamente, siquiera un solo día, hacer un servicio que a Ti te agrade mucho! Yo soy un pobre siervo tuyo, que estoy obligado a servirte con todas mis fuerzas, y nunca debo cansarme de alabarte. Así lo quiero, así lo deseo; y lo que me falta, te ruego que Tú lo pongas.
Grandes Gracias tendrán los que de toda voluntad se sujeten a tu santísimo servicio. Hallarán la consolación del Espíritu Santo los que por amor tuyo desprecien todo deleite carnal. Alcanzarán gran libertad de corazón los que entran por la senda estrecha a tu Voluntad, y por Ti desechan todas las tentaciones del mundo.»
Recuerda escuchar el audio del vídeo siguiente y hacer las oraciones que te pide. Descarga tu manual de consagración en el siguiente botón: