A través de humildes instrumentos humanos, el Señor ha de seguir predicando, santificando, perdonando los pecados, sanando las heridas físicas y morales, consolando a los tristes, enseñando a los ignorantes y acompañando a quien se siente solo y abandonado. Son las distintas vocaciones que el Espíritu suscita en su Iglesia para seguir cumpliendo la misión…